Tuesday, December 12, 2006

Fervor de Buenos Aires - Jorge Luis Borges

Borges no pensaba vender el libro. Más allá de que algunos avisos en Inicial ofrecían Fervor de buenos Aires al precio de un peso moneda nacional, un episodio ocurrido en esas semanas ilustra cómopensabahacer circular su primer libro. Durante sus más o menos frecuentes citas en las oficinas de Nosotros había observado que otros visitantes, en su mayoría intelectuales y escritores, dejaban sus abrigos colgados en el guardarropa. Una tarde concurrió a la redacción cargando un centenar de libros. Antes de que Borges pudiera decir una palabra, Alfredo Bianchi le espetó, entre asombrado y divertido: “¿Espera que yo le venda esos libros?” “No -contesto Borges-. Aunque yo lo escribí, no soy un lunático. Pensé que podía pedirle que deslizara algunos de estos tomitos en los sobretodos colgados allí”. Poco antes había optado por las paredes de la ciudad; ahora recurría a un método ingenioso que obligó a muchos a leer el misterioso libro aparecido en sus bolsillos.

Borges Vida y Literatura – Alejandro Vaccaro

A QUIEN LEYERE
Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.

EL SUR
Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco dela sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.

AFTERGLOW
Siempre es conmovedor el ocaso
por indigente o charro que sea,
pero más conmovedor todavía
es aquel brillo desesperado y final
que herrumbra la llanura
cuando el sol último de ha hundido.
Nos duele sos tener esa luz tirante y distinta,
esa alucinación que impone el espacio
el unánime miedo de la sombra
y que cesa de golpe
cuando notamos su falsía,
como cesan los sueños
cuando sabemos que soñamos.

DESPEDIDA
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino,
firmamento que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.

Fervor de Buenos Aires - Jorge Luis Borges.

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