Wednesday, September 12, 2007

de "Los Papeles Salvajes I" de Marosa Di Giorgio

Deja tu comarca entre las fieras y los lirios. Y ven a mi esta noche oh, mi amado, monstruo de almibar, novio de tulipán, asesino de hojas dulces. Asi, aquella noche lo clamaba yo, de portal en portal junto a la pared pálida como un hueso, todo llena de un miedo irisado y de un oscuro amor. Ya era la edad en que las abuelas habían retrocedidoa moradas de subtierra y sólo sus almas perduraban encadenadas a las lámparas estremeciendo mariposas verdes y amarillas a la hora de los fuegos y los rezos. !Oh, mi amor!- lo clamaba yo, de puerta en puerta, de muro en muro- perdi mis trenzas, estoy desnuda, se cayó el sándalo de los medallones, la luna paró sobre las chimeneas su trineo de coral. Y no vienes, hombre, rosa, crimen, corazón. Voy a quebrar las almendras, a comer alabastro amargo. Voy a matar los panales. M e has hecho imaginar inútilmente tus múdulas de sándalo, tu corazón de fuego. Ahora, se reirán de mi las muertas que se acuerdan de tu amor. Así mentía yo, abrazada a su melena de oro, a su terrible miel. El hablaba una lengua casi inteligible; pero, un rocío voraz, una lepra de flores, le terminaba el ostro. Y dentro estaban el azúcar y las cruces y los espejos con olor a jacintos. Nos acercamos a la mesa. Las abuelas en las lámparas. Le dije que iba a guardarlo, que iba a besarlo, que iba a guardar su corazón entre las piñas y los licores y las medallas. Otra vez jardín y sombras y columnas rotas y los cisnes serios como hombres. Empecé a matarlo. Porque no digas mi amor a nadie-a entreabrirle los pétalos del pecho, a sacarle el corazón. El se apoyó en mi brazo, le latía con locura el almibar de los dedos. Empezó a morir. Cerca del bosque empezó a morir. Rompí a llorar. Voy a matar los panales; voy a quebrar las almendras, a comer alabastro amargo. Su muerte siguió a lo largo del bosque. Quise recogerla en mi saya, reunirla en mis brazos, abrazarla. Voy a tener hijps de almíbar y de pétalos y no podrán besarte, oh, mi novio de miel, mi tulipán. Lloraba desesperadamente. Quería juntar los pétalos, reconstruir la miel, sacarlo de la muerte, ganarlo para siempre, que no tuviera fin este poema.

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