De "Invenciones del recuerdo" de Silvina Ocampo

Tengo que describir la casa natal
para dar mayor relieve a los recuerdos.
Esa casa virtualmente se componía
de cuatro casas que se comunicaban entre ellas.
En una vivían los padres con sus hijos;
en otra, las tías abuelas
con una numerosa servidumbre;
en otra vivían, pues para ella vivían,
porque allí le daban caramelos y pesitos nuevos,
los escritorios de su padre
con uno o dos tenedores de libros, pálidos,
o escribanos congestionados...

Molesta de pronto no saber el nombre de algo,
o saberlo sin descubrir lo que nombra...

Pero antes de partir se despidió de Palermo.
No sabía que se despedía.
En el momento de despedirnos
nunca sabemos que nos despedimos...

El recuerdo está lleno de desmayos,
de pérdidas de conocimiento.
Se llega a un lugar sin haber partido
de otro, sin llegar.
Se ama a una persona que uno no recuerda
más que a una persona que uno recuerda.
Hay manos sin caras,
cuerpos sin palabras,
palabras sin cuerpos,
vestidos solos, jabones importantes como personas.
La gama de confusiones es infinita...

...cuarto que se borró enteramente de su memoria
de modo que flotan en ella los asientos y las personas,
dentro de un espacio totalmente desnudo.
No sé por qué motivo se borraron de igual modo la mayoría de los cuartos
de su casa natal de la ciudad:
las salas, los dormitorios, los cuartos de baño.
De su dormitorio recuerda sólo el ángel de la guarda,
que estaba colgado sobre la cabecera de la cama,
y una mancha de humedad del cielo raso,
que tenía forma de diablo...

A la entrada de ese cuarto,
sobre el pasillo,
había una vitrina cerrada con llave,
donde guardaban las muñecas importantes,
que habían pertenecido a sus hermanas...

...Había una caja de música.
No podía tocar esos juguetes:
nunca supo por orden de quién.

Lo que falta en los recuerdos de infancia es la continuidad:
son como tarjetas postales,
sin fecha,
que cambiamos caprichosamente de lugar.
Algo se interrumpe y se corta para siempre...

Invenciones del recuerdo - Silvina Ocampo.